Consejo para Padres
Un niño siempre busca agradar y recibir
mensajes positivos de sus PADRES
UN NIÑO SIEMPRE BUSCA AGRANDAR Y RECIBIR MENSAJES POSITIVOS DE SUS PADRES. Cuando el niño no quiere estudiar, hacer sus deberes, leer el libro que le han mandado, etc., lo primero que hay que pensar es que tiene alguna dificultad en la realización de las tareas. Al igual que los adultos cuando algo no se me da bien, lo rechazo y digo que no me gusta. Muchas veces suele haber un problema con la lecto-escritura, bien en su aspecto mecánico: comete numerosos errores, lee muy lento, no respeta signos de puntuación o no da la entonación adecuada y por tanto la lectura se convierte en algo sin sentido y muy díficil. Cuando es muy difícil la comprensión el niño la rechaza totalmente.
Puede ocurrir que la mecánica la tenga superada pero no consigue estructurar la información de lo que lee. Se queda con detalles, a veces es sorprendente ver cómo recuerdan las fechas, medidas, cantidades pero son incapaces de resumirte una lectura o explicar de qué hablan, de una forma secuenciada. Saltan de un detalle a otro sin conexión entre las ideas principales.
El gritar y pegar sólo enseña miedo, y el MIEDO nunca lleva a nada bueno.
El imponer por la fuerza (gritos, amenazas, golpes) suele tener una respuesta momentánea y pasajera que genera rencor y rebeldía. En la vida adulta funcionamos por consecuencias. La conducta que conlleva consecuencias positivas se repetirá, la que conlleve consecuencias negativas se extinguirá. Así de simple.
Las recompensas materiales resultan en NIÑOS egoístas y tiranos
(un juguete, una película, un dulce, etc.) por conductas básicas que son innegociables. Por ejemplo: vestirse solo, comer correctamente, cumplir con sus obligaciones, etc., Sin saberlo, estamos enseñando que para hacer cualquier cosa hay que recibir un premio. Estamos desarrollando la motivación externa, es decir, hago algo por algo. Esta motivación no es efectiva ya que en el momento que no hay un premio, la conducta no se realiza. Además, el niño exige cada vez un premio mayor y las cosas pierden su valor. La verdadera motivación es la interna, es decir, el hacer las cosas porque sé que las tengo que hacer y papá y mamá esperan que las haga y esto les pone contentos. Ya hemos dicho que un niño siempre busca agradar y recibir mensajes positivos de sus padres, ese es el mayor regalo que le podemos hacer: valorarle y demostrarle con afecto lo orgullosos que nos sentimos de él. Todo esto es un proceso largo y continuo que requiere tiempo y paciencia pero que indudablemente dará sus frutos.
Un hijo es la mayor recompensa
únicamente como proporcionar a sus hijos el mayor bienestar posible. Ese bienestar lo centran en cosas materiales: el mejor colegio, clases particulares, comida, ropa, juguetes, etc., pero no participan en sus inquietudes, no tienen tiempo de jugar, hablar, conocer sus problemas, etc. Para establecer una relación adecuada, basada en la confianza y en el respeto, hay que «invertir» tiempo en nuestros hijos. Parémonos a pensar un instante cuánto tiempo invertimos en nuestros trabajos para que funcionen y nos vayan bien y ahora pensemos cuánto tiempo dedicamos a nuestros hijos. De ahí que muchas veces los padres nos comentan: «no sé cómo lo haces pero cuando hablas con él, te hace caso en todo». ¿Qué pasa? En muchos casos los padres han perdido su función de educar, esa función la han trasladado a profesores, psicólogos y pedagogos. Hasta que ellos no retomen ese papel, la comunicación padres- hijos se encontrará en una crisis.
Es necesario jugar y escuchar
observamos que el 90% de los mensajes que recibe el niño giran en torno al tema escolar: tareas, exámenes, suspensiones, etc. El niño es valorado en función del tema escolar pero hay más ámbitos en la vida. El niño no es solo un ordenador que debe meter datos en su memoria, ante todo es una persona: tiene un ámbito social, emocional, familiar, lúdico, etc. Sin querer, descuidamos todas estas facetas debido a la presión escolar. Por tanto, si un niño fracasa en los estudios, también se siente fracasado en todo, ya que el resto no se valora.
Darles lo que piden para que dejen de insistir y seguir con nuestras ocupaciones
La próxima vez él utilizará la misma estrategia: gritos, pataletas, repetir 20 veces lo mismo, para conseguir lo que quiere. Si nos rendimos una vez, ya habremos establecido un patrón de conducta equivocado: «Tengo que enfadar a mamá o papá para conseguir lo que quiero». Además si en la próxima demanda decidimos no dejarnos ganar la batalla, el niño no entenderá nuestra reacción , ya que: Si ayer papá o mamá me dejó ¿Por qué hoy no me deja?. Debemos ser muy claros y estrictos en las conductas de nuestros hijos, puesto que si depende de mi estado de ánimo, el que deje o no deje, estaremos creando niños que no saben a qué atenerse y lucharán con todas sus fuerzas para salirse con la suya. El mantener siempre la misma pauta de conducta, transmitirá al niño confianza y seguridad, aprendiendo rápidamente lo que es correcto y lo que no.